Haibun urbano, haibun con senryu, o simplemente prosa con terceto...I don't know...
A veces, leer en el autobús, se convierte en toda una odisea. Uno debe concentrarse en cada frase, en cada palabra, en cada sílaba mientras la pasajera del asiento de al lado se sacude frenéticamente buscando por las interioridades de su bolso el maldito móvil, que va vomitando insistente las cuatro notas del ballenato de turno o del reagetown (o como diablos se escriba) de moda del momento. Uno se siente tentado a veces a cerrar el libro y a colaborar en la búsqueda del irritante teléfono. Cualquier cosa, con tal de que Georgie Dan deje de martillear mis tímpanos. Pero en cuanto lo encuentra, no mejora la cosa, no señor. En ese momento, si bien cesa la melodía empalagosa, no es menos cierto que empieza una nueva forma de tortura. La del diálogo a gritos. Gritos salpicados con escandalosas risas que acuchillan el aire. Mejor cerrar entonces el libro de manera definitiva y rezar con mucha devoción para llegar cuanto antes a nuestra parada. Y que por favor por favor por favor no haya ningún atasco.
canción de moda
repetitivas notas
salen del móvil
Lectura en el bús
Simplemente haibun
Hola Jordi, qué bien expones las peripecias del haijin en el bus. Ojalá vendieran tapaderas para oídos efectivas y económicas.
Un abrazo cordial de Jorge (a) Seminole
Un abrazo cordial de Jorge (a) Seminole