Cuenco de Azahar de Gregorio Dávila
Publicado: 13 Ene 2019, 22:47
Cuenco de Azahar de Gregorio Dávila de Tena (Karima Editora)
Están los haikus de Cuenco de Azahar descalzos. Atrás quedaron las viejas alpargatas de esparto, colocadas al borde del camino; presumo que Gregorio conoce exactamente el lugar. Tocan los versos la realidad a mano abierta, de forma natural, como quien despide a un niño.
Aún de noche,
un beso al dejarlo
en la guardería
Sin regla alguna, porque para quien anda desnudo no existen apoyos, la vida aparece tal cual es; con la increible frescura de la vida verdadera.
Desde un balcón
un niño diciendo "hola"
a todo el que pasa.
Leemos y, en ese momento, desaparece la tinta; como si nunca hubiesen existido las palabras, solo hay el "hola" del niño en el balcón. O un rastro de paz "al aire". Tal cual es, el hecho en sí.
Pasa un joven:
su imagen deja un rastro
de paz al aire.
Y como no hay artificio, queda revelada al natural la peripecia del autor; no conozco personalmente a este hombre corriente, de lunes laborable, pero por este puñado de versos me atrevería a decir que ama la vida, que la ama tiernamente. Y en ella cree.
La Vía Láctea
-qué pequeño se ve
este dolor mío
Versos sin cabeza, porque Grego, seguro, escibe al dictado, a un dictado que sólo escucha quien tiene el alma vacía. Un verdadero bálsamo para el espíritu. Os invito a leer este librito, también descalzos.
Están los haikus de Cuenco de Azahar descalzos. Atrás quedaron las viejas alpargatas de esparto, colocadas al borde del camino; presumo que Gregorio conoce exactamente el lugar. Tocan los versos la realidad a mano abierta, de forma natural, como quien despide a un niño.
Aún de noche,
un beso al dejarlo
en la guardería
Sin regla alguna, porque para quien anda desnudo no existen apoyos, la vida aparece tal cual es; con la increible frescura de la vida verdadera.
Desde un balcón
un niño diciendo "hola"
a todo el que pasa.
Leemos y, en ese momento, desaparece la tinta; como si nunca hubiesen existido las palabras, solo hay el "hola" del niño en el balcón. O un rastro de paz "al aire". Tal cual es, el hecho en sí.
Pasa un joven:
su imagen deja un rastro
de paz al aire.
Y como no hay artificio, queda revelada al natural la peripecia del autor; no conozco personalmente a este hombre corriente, de lunes laborable, pero por este puñado de versos me atrevería a decir que ama la vida, que la ama tiernamente. Y en ella cree.
La Vía Láctea
-qué pequeño se ve
este dolor mío
Versos sin cabeza, porque Grego, seguro, escibe al dictado, a un dictado que sólo escucha quien tiene el alma vacía. Un verdadero bálsamo para el espíritu. Os invito a leer este librito, también descalzos.