Febrero 2015. Artículo de Fernando Rodríguez-Izquierdo

Colaboraciones del profesor Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala, profesor jubilado de Filología Hispánica de la Universidad de Sevilla, autor del famoso libro "El haiku japonés" (Ed. Hiperión).

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Febrero 2015. Artículo de Fernando Rodríguez-Izquierdo

Mensaje por grego »

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REFLEXIONES BECQUERIANAS APLICABLES AL HAIKU. BASHOO Y SU RUEDA POÉTICA.

Tratando de detectar en nuestras letras las raíces precursoras del haiku hispano, hemos dedicado sendos artículos al verso heptasílabo y al pentasílabo, y hemos examinado algunas muestras de su funcionamiento conjunto en poemas, como es el caso de las seguidillas. El ritmo del haiku debe no poco a esa combinación de metros.

Igualmente nos interesa el aspecto teórico. En nuestra poesía ha habido autores que han favorecido la brevedad expresiva sobre la proliferación de palabras. Ya en tiempos de nuestra lengua madre, Horacio, el magistral vate latino, afirmaba que "est brevitate opus, ut currat sententia" 'se requiere brevedad, para que la expresión tenga soltura'. Desde un punto de vista más general, filosófico y humano, escribía Baltasar Gracián aquello de "lo breve, si bueno, dos veces bueno".

Gustavo Adolfo Bécquer, uno de nuestros mejores líricos, escribió una especie de ideario poético en su Prólogo al libro "La Soledad", de Augusto Ferrán. Citamos lo más importante de ese prólogo:
* *
"Hay una poesía magnífica y sonora, una poesía hija de la meditación y el arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua, que se mueve con una cadenciosa majestad, habla a la imaginación, completa sus cuadros y la conduce a su antojo por un sendero desconocido, seduciéndola con su armonía y su hermosura.

Hay otra natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye, y desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía.

La primera tiene un valor dado: es la poesía de todo el mundo.

La segunda carece de medida absoluta: adquiere las proporciones de la imaginación que impresiona: puede llamarse la poesía de los poetas.

La primera es una melodía que nace, se desarrolla, acaba y se desvanece.

La segunda es un acorde que se arranca de un arpa, y se quedan las cuerdas vibrando con un zumbido armonioso.

Cuando se concluye aquella, se dobla la hoja con una suave sonrisa de satisfacción.

Cuando se acaba esta, se inclina la frente cargada de pensamientos sin nombre.

La una es el fruto divino de la unión del arte y la fantasía.

La otra es la centella inflamada que brota al choque del sentimiento y la pasión.

Las poesías de este libro pertenecen al último de los dos géneros, porque son populares, y la poesía popular es la síntesis de la poesía."
* *
Diríamos que Bécquer está aquí exponiendo su propia manera de escribir esas "Rimas" que le dieron inmortalidad literaria. Sin desdeñar la poesía "magnífica y sonora", se inclina abiertamente por la otra poesía: la que es natural, breve, sencilla y popular. Muchos de los rasgos que da de esta convienen al haiku, como los recién mencionados, y también el hecho de que ese tipo de poesía por él preferida evoca y despierta ideas, sin detenerse a desarrollarlas. Incluso su mención de "una forma libre" puede dar cabida al haiku de ritmo libre, como es eminentemente el de Santooka. El rasgo más desacorde puede ser el de incluir "la pasión" como un motor de esa poesía ideal, en su choque con el sentimiento. Pero opino que es el mínimo tributo que Bécquer paga al romanticismo.

Es ciertamente genial la producción becqueriana, enmarcada históricamente entre dos tendencias barroquizantes: la poesía romántica -Duque de Rivas, Espronceda, Zorrilla...- como antecedente; y el modernismo de Rubén Darío y Salvador Rueda, que aparecerán algo después.

No siempre la obra poética de Bécquer fue bien acogida; se la calificó, por ejemplo, como "suspirillos germánicos", por su posible inspiración en el poeta alemán Heine. Asimismo los haikus en ciertas manifestaciones críticas se han clasificado como "naderías". Por supuesto, tengamos claro los aficionados al haiku, que debemos propugnar también su calidad. Pero ninguna "nadería" puede alcanzar la expansión internacional de que hoy goza el haiku.

Bécquer no tuvo tiempo de conocer el haiku, dado que murió en 1870, solo dos años después de abrirse el Japón al extranjero. Pero la declaración que acabamos de citar, extraída de su Prólogo, precede en menos de medio siglo a los consejos que Masaoka Shiki daba a todo "haijin":
* *
"Sé natural.

No te preocupes por las viejas reglas de gramática y detalles especiales como los caracteres de escritura , las palabras de cesura, etc.

Escribe para tu agrado personal.

La exquisitez debe procurarse. Puede aplicarse a objetos naturales.

Los haikus no son proposiciones lógicas, y ningún proceso de razonamiento debe aflorar a su superficie.

Mantén las palabras tensas; no introduzcas nada inútil.

Conoce todas las clases de haiku, pero ten tu estilo propio.

Reúne nuevo material directamente; no lo tomes del haiku antiguo."
* *
Diríamos que Shiki aconseja ante todo el compromiso personal en el haiku. El haijin debe vivir abierto a la naturaleza circundante y, en caso de conflicto interno entre la imaginación y la realidad, él aconseja atenerse a la realidad. El haiku debe rehuír los razonamientos lógicos y las palabras innecesarias, manteniendo siempre una tensión que sugiera sensaciones en sentido amplio, sin desmenuzarlas. Es importante que el haijin encuentre gusto en lo que hace.

A continuación voy a comentar el siguiente haiku (1) de Bashoo, tratando de aprender algo de él:

kao ni ninu / hokku mo ide-yo / hatsu-zakura .........................................Bashoo

Que surja el verso / no como nuestra cara..., / ¡como flor de cerezo! ........................................Traducc. mía

Si se nos preguntara por el kigo de este "hokku" (2) -y digo "hokku" ('verso de entrada en la rueda poética') y no "haiku", por ser fiel al texto original de Bashoo-, seguramente diríamos que tal kigo es "hatsu-zakura" (3 ) 'las primeras flores brotadas del cerezo', kigo de primavera. Sin embargo, parece que el poema fue creado en otoño de 1694 -muy poco antes de la muerte de Bashoo-, en una rueda poética mantenida por el poeta con sus discípulos. Bashoo contaba ya cincuenta años, todo un viejo en su tiempo; y en torno a sí vería también algunas caras arrugadas y -¿por qué no?- cargadas tal vez de aburrimiento por la rutina de la reunión.

Bashoo propondría los dos primeros versos -que aproximadamente coinciden con los dos iniciales de nuestra traducción- como un ejercicio retórico, a ver cómo continuaban el texto los demás mediante un tercer verso. Esos dos primeros versos del hokku, que debían motivar otras intervenciones para así completar la creación conjunta, estaban firmemente enraizados en la realidad entonces presente: caras cansadas y algunas con arrugas -como las del maestro-, pendientes de una sesión poética, y que estarían pidiendo a gritos un revulsivo.

Desconocemos las propuestas que harían otros para el tercer verso, pero el verso de cierre de Bashoo, rompiendo el tópico del kigo sobre la estación presente, irrumpe en ese clima otoñal con un kigo de primavera, como pidiendo una poesía joven y original. Para ello, Bashoo no duda en incluirse entre esas caras avejentadas, disímiles del clima primaveral de la flor del cerezo, la cual no puede brotar sino en lozanía.

De este modo, también Bashoo ha creado esa especie de tensión interverbal de la que -casi dos siglos más tarde- hablaría Shiki. De una realidad actual -la consabida rueda poética, con su pesado ingrediente humano- Bashoo da el salto a otra realidad no presente, pero eminentemente natural y bien conocida: la floración del cerezo. Espléndida antítesis, apoyada además por un cierto paralelismo: 'primer verso' (2), jugando con la similitud léxica de 'primer brote floral del cerezo'.

Supongo que Bécquer no tendría en su vida noticia alguna de Bashoo, pero pienso que el poeta japonés le habría caído bien al lírico sevillano, de haber tenido este ocasión de conocerlo. A nosotros, que ya sabemos algo de Matsuo Bashoo, creo que nos resulta entrañable la figura aquí retratada del gran maestro japonés, que supo reírse de sus canas, de su escaso pelo y de sus mismas arrugas faciales..., para sacudir con un verso de cierre ese sopor estético de que a veces adolecemos.

Se diría que Bashoo -usando aquí nosotros una imaginaria paráfrasis de Bécquer- "hirió nuestro sentimiento con una palabra, para huir luego de nuestra vista."

Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala. Universidad de Sevilla.
"Porque no se trata de decir cosas chocantes, sino de decir la verdad sencillamente, la mayor verdad y del modo más claro posible y más directo." Juan Ramón Jiménez

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Gorka Arellano
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Re: Febrero 2015. Artículo de Fernando Rodríguez-Izquierdo

Mensaje por Gorka Arellano »

Bécquer y Bashoo... creo que hubieran sido grandes amigos :-)

Gracias por el artículo, profesor.

Un abrazo :chino
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Nisargadatta
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Re: Febrero 2015. Artículo de Fernando Rodríguez-Izquierdo

Mensaje por Tarsis »

Hola, ge-érgon. A pasar de las diferencias cronológicas, creo que se puede encontrar una especie de hermanamiento entre literatos, como por ejemplo se dio entre Buson y Shiki, con un siglo de diferencia. Efectivamente, creo que a Bécquer le hubiera gustado la poética de Bashoo. Y, como espero explicar en el próximo artículo, también Federico García Lorca simpatizaría con dicha poética. Fernando
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nuviosevlo
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Re: Febrero 2015. Artículo de Fernando Rodríguez-Izquierdo

Mensaje por nuviosevlo »

Muchas gracias, Profesor, por este artículo, que, como siempre, nos ayudan a encontrar ese paralelismo y cuyos autores forman parte de mis lecturas favoritas.

Un abrazo

Mariar
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