revoloteo fugaz
de mariposas
Formalmente es un haiku muy bien presentado: ausencia de verbos, abundancia de sustantivos y dos imágenes que se complementan separadas por una coma (cesura) al final del primer verso. El kigo, o palabra de temporada, es mariposas, lo que sitúa el instante en primavera o quizás verano.
Como si hubiera disparado una cámara fotográfica, la autora ha sabido captar magistralmente el instante y ha dejado constancia de su existencia. Sólo con unas cuantas palabras ha dado forma a un momento único del que ha sido testigo.Y es a través de esas sencillas palabras que nos llega el sonido de esa hierba al pisarla, que yo imagino ya amarilla, el revoloteo de esas mariposas, y mucho más... tanto como cada lector u oyente imagine.
El comentario que la propia autora hace de este momento es, a mi juicio, un haibun, que complementa a la perfección este magnífico haiku.
Es una delicia -especialmente en este día de invierno- acercarme desde el recuerdo a ese momento: en pleno verano, las vacaciones me llevaron a una pequeña localidad de Guadalajara llamada Huérmeces del Cerro, un lugar en la Castilla profunda bastante exótico para una mujer urbana y del sur como yo.
Cada mañana, antes de que el sol castigase demasiado, daba un paseo repartiendo mi atención entre la infructuosa búsqueda de fósiles y la contemplación de las buitreras que coronan los acantilados del río Salado. Como imagino que se lee entre líneas, una de mis dificultades con el haiku es estar presente en el momento, parar, dejar la urgencia por hacer algo (dejar el exceso por hacer mucho) y simplemente permanecer atenta a lo que sucede, dejándome asombrar por el regalo que me hace la vida sin que yo me empeñe en buscarlo.
Así fue aquella mañana, el paseo se prolongó más de lo esperado en mi afán por remover entre las piedras y cuando iba de regreso por la ribera ya apretaba el calor. Mi recuerdo es que en algún momento todo cambió -seguro que fui yo la que se permitió entrar en sintonía con lo que me rodeaba, hacerme una con la hierba que pisaba, el aire caliente y los árboles allí abajo en la orilla del río- , mi paso rápido para evitar la solanera se ralentizó, y el rumor del río y las chicharras me trajeron veranos de la infancia. Se hizo un silencio. En aquel trecho de ribera despoblado de sombra, la hierba reseca estaba salpicada de espigas de avena, escuchando el crujir de la hierba bajo mis pies, surgieron desde abajo varias mariposas blancas que se demoraron un instante, revoloteando a mi lado para desaparecer tal y como habían llegado.
La experiencia fue hermosa, el crujir de la hierba quedará para mí asociado al batir de las alas de las mariposas así como la sensación de que las espigas se desprendían del tallo y salían volando. La fugacidad de un instante que ahora necesita tantas palabras para ser descrito...
Aún ahora conservo la maravilla del instante, el asombro por una naturaleza viva en la que la hierba crujía y parecía salir volando, una naturaleza en la que las mariposas batían alas con un delicado crujir de hierba seca...solo tenía que pararme y tener los sentidos abiertos para esos sucesos que están ahí, aunque yo los ignore.
Tenía el haiku revoloteando por la cabeza desde el primer momento, durante el resto del camino de vuelta fue tomando forma.
Hubo muchos comentarios valorando el haiku, es muy agradable compartir y aún más cuando el disfrute del haiku se multiplica.
Desde jovencita escribo poesía, la palabra escrita me ha acompañado desde que yo recuerde, sin embargo, en los últimos años, mi camino personal me va llevando a depurarme, a eliminar los excesos, a dejar las palabras esenciales. Como todo llega cuándo realmente lo necesitas, hace un par de años, curioseando en una librería, me vino a las manos la obra de Vicente Haya "Haiku-do: el haiku como camino espiritual", y ahí empezó todo, mi amor por el haiku y mi profundo respeto por lo que significa.
En estos momentos mi proceso de aprendizaje es sencillo, tiene que ver con lo que siento, con la conexión entre cada haiku y la que soy ahora, así:
Hierba que cruje,
revoloteo fugaz
de mariposas
no es sólo el recuerdo de algo que viví, es la conciencia de la apertura, saber que cuando vivo plenamente todo es presente y, de alguna manera, seguirá siendo presente, como si ese "revoloteo fugaz" fuese eterno.
El foro taller de Paseos.net es para mí un espacio privilegiado de aprendizaje, respeto, escucha y generosidad. Me siento agradecida a todas las personas que lo cuidan, solo lamento no poder disfrutarlo y atenderlo de una manera más constante.
Gracias por la oportunidad que me ofrecéis para mostrar algo más de mí, por vuestra paciencia y por acompañarme una vez más en estos paseos.
Muchas gracias Lita por tu colaboración. Como siempre, animo a tod@s a comentar.
Saludos.