CORTAR FLORES
Parece ser algo contrario a la estética del haiku que el hijin corte flores, y más aún que traiga el tema a su producción poética. Las flores, como seres vivos de la naturaleza, merecen respeto -pensamos quizá-. Igualmente es cierto que las flores suelen tener una vida efímera, y que si las cortamos para darles nueva vida mediante un artístico "Ikebana" o arreglo floral, precisamente estaremos realzando su esplendor antes de que se marchiten y mueran sin más remedio. La etimología de la palabra Ikebana se basa -por cierto- en la idea de "hana wo ikeru", a saber: mantener vivas a las flores.
De entrada tal vez diríamos que la sensibilidad hacia las flores y el Ikebana es más femenina que masculina, pero la realidad desmiente tal impresión. Se trata de un arte que pueden cultivar, y así lo hacen, tanto hombres como mujeres; y la pequeña muestra que vamos a aducir del mundo del haiku creo que apunta a esa misma dirección.
Tres haikus vamos a considerar, respectivamente de Buson (1714-1784), Chiyo (1703-1775) y Akutagawa (1892-1927). Las traducciones son mías, y aparecen en las antologías de dichos autores publicadas en la colección "Maestros del haiku".
El haiku de Buson reza así:
(1) kanbai wo / te-oru hibiki ya / oi ga hiji
Del ciruelo, en invierno,
corté una rama; ¡y duele
mi viejo brazo!
Seguramente dicha rama, en invierno, no tendría aún flores. Pero potencialmente las tenía, para formarse y crecer en primavera. El recuerdo de su acción atribula al poeta y, aparte del remordimiento interior, su brazo mismo se duele por lo hecho.
El haiku de Chiyo, poetisa contemporánea de Buson, se expresa así:
(2) ta-oraruru /hito ni kaoru ya / ume no hana
Deja aromada
la mano que la corta:
flor de ciruelo.
Chiyo añadió un post-escrito a este haiku: "atendiendo al consejo de devolver bien por mal". Una frase que nos evoca el cristianismo, pero que -tratándose de Chiyo en su siglo XVIII- provendría más bien de un fondo religioso inspirado en doctrinas budistas.
Tanto en el haiku (1) como en el (2) se usa el verbo "te-oru" 'cortar a mano' (aunque en Chiyo la lectura es más arcaica, fonética y morfológica-mente: "ta-oraruru"). Buson en (1) usa la forma deverbal "hibiki" 'repercutir', significando que su remordimiento interior le repercute físicamente en su dolor de brazo. Chiyo, por su parte, más bien enuncia un principio general, donde no hay lugar para hablar de remordimiento, ya que ella no se atribuye aquí la acción de cortar flor alguna. Tal vez insinúa que debemos aprender de las flores, enseñanza esta que -por cierto- es preciosa, incluso en su formulación.
Akutagawa a su vez escribía:
3) botan kitte / akyoo no tsumi wo / yurusareshi
Corté la peonía; / tan goloso pecado / se me perdona.
El poeta se ha valido del verbo "kiru" para 'cortar', concepto más amplio que el de 'cortar a mano', pudiendo ser también mediante unas tijeras o podaderas. Por lo demás, usa el compuesto chino "akyoo" 'atractivo/-a' como elemento calificativo de "tsumi" 'pecado, culpa'.
Akutagawa ve pues como una infracción moral el hecho de cortar la peonía. Pero, no sin cierto gracejo, disipa su posible remordimiento con la idea de que se trataba de una tentación 'atractiva, golosa'.
Estamos, pues, ante tres autores, dos hombres y una mujer, que en haiku nos dan cuenta de lo que para ellos ha significado cortar flores. Sus experiencias ahí quedan, en primorosos haikus, para enriquecernos.