Rutina

[Diáfana]

Hace mucho espero la guagua*. Extraño tanto caminar… Embriagarme con los olores del pueblo, contemplar las flores de los jardines y detenerme en cada kiosco de venta aunque no compre nada; pero la osteoporosis me lo está poniendo difícil.

La parada consta de cuatro horcones de teca que sostienen una estructura de tejas criollas, la adorna una planta de buganvilia que se ha expandido por encima del tejado proporcionando una frescura agradable. En uno de sus laterales se agolpan los merolicos* ofertando todo tipo de chucherías, desde donde emana un olor fuerte a grasa requemada proveniente los puestos de frituras de yuca y minutas de pescado. El sol de primera hora de la tarde ocupa casi todo el local haciendo que las demás personas que también esperaban se hayan ido marchando a tomar otras opciones de transporte.

De repente se acerca una guagua pequeña, de las que llaman “Dianas”, pintada de naranja, el color representativo de la provincia. Viene repleta de pasajeros; no obstante, sale gente corriendo de los cuatro puntos cardinales y se agolpan frente a la puerta para intentar subir. El chofer saca la cabeza por la ventanilla y anuncia enérgicamente: “¡sólo monten cinco!” Deseos no me faltan de colarme, haber adivinado el lugar exacto donde iba a parar, andar ágil entre empellón y empellón y estar justo frente a la puerta a la hora de que esta se abriera. Luego el molote de personas se encargaría de hacerme entrar sin ningún esfuerzo. Pero no me animo, la salud y los años no me acompañan ya para este tipo de tropelajes, me aparto y sigo esperando.

Con el granizado
punzada del guajiro.*
Pasan las auras.

Lo pienso un poco, pero no me queda de otra que tomar un carretón tirado por caballos. Siempre han estado ahí, disponibles, se encuentran dispuestos en una larga fila por toda la avenida esperando los pasajeros que van llenando de a ocho cada carretón. Observo los animales extenuados en exceso y se lo comento a uno de los carretoneros que me responde un poco molesto: “¡Ideas suyas mi tía, acabamos de empezar!”

El vagabundo
a cada pasajero
le pide un fula.*

Un señor me ayuda a subir, desde el puesto que me ha tocado me queda de frente la grupa del caballo que mueve su crin de un lado al otro al compás del trote. El animal tiene buen porte y se observa bien cuidado, entre sus dos orejas erguidas se centra el ancho de la calle. Autos, motos y bicicletas tratan de probar fuerza y pasar primero, el carretonero no se hace esperar y se integra a la competencia. Ahora que lo pienso, intentar tomar la guagua hubiese sido la mejor opción.

Viaje en carretón.
A golpe de látigo
salpica el sudor.

* Guagua: Ómnibus

*Merolicos: Vendedores ambulantes

* Punzada del guajiro: https://www.google.com/amp/s/alexpadron ... mp/?espv=1

* Fula: dinero

[estela]

Bien logrado el contraste de olores en una jornada calurosa que lo intensifica.

Buena muestra de cómo funciona cada medio de transporte, nos adentras a vivenciarlo.

Se percibe la atmósfera al detalle.

Destaco el siguiente párrafo, muy bueno:

Un señor me ayuda a subir, desde el puesto que me ha tocado me queda de frente la grupa del caballo que mueve su crin de un lado al otro al compás del trote. El animal tiene buen porte y se observa bien cuidado, entre sus dos orejas erguidas se centra el ancho de la calle.

Y la guinda el último haiku, excelente:

Viaje en carretón.
A golpe de látigo
salpica el sudor.

[Sandra]

Gracias por compartir esta "rutina" que se hace especial y se vuelve única.