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Sobre el solo de renku

Ya hemos hablado en alguna ocasión de que el renku es ante todo una experiencia colectiva, pero son muchos los que lo practicamos en solitario, bien por falta de compañía u ocasión, bien como ejercicio poético. Esto no es nada nuevo: IIo Sogi, uno de los primeros maestros del haiku, escribió en 1499 un renga en solitario llamado “Cien estrofas de Sogi solo”, de contenido autobiográfico. Como soy joven todavía para eso, he compuesto un solo biográfico, quizá demasiado lineal, pero que aclarará al menos el nombre que utilizo en esta web. Ahí va:


HENRY DAVID THOREAU (1817-1862)
[solo de renku nijuin, otoño]

Hojas de octubre,
atardecer del año,
escribe Thoreau.

Noviembre: crepúsculo.
Diciembre: cae la noche.

Claros de luna
llena en agosto, Henry
sale a pasear.

Sus vecinos no vieron bien
tanta extravagancia.

Su villa natal
de Concord, en su mejor
momento: ahora.

Harvard, ramas sin raíz
y el amor por los libros.

No tiene cura
salvo la de más amar,
le enseñó Ellen,

y el filósofo Emerson
le invitó a sus tertulias.

Reformadores:
amigos del buen tiempo
no duran mucho.

Salvó con su hermano John
los ríos, las escuelas.

Desobediencias:
contra toda esclavitud
y varias guerras.

Caminando las sendas
más libres y salvajes.

Años en Walden:
un lugar para escribir,
bosques y lagos.

Su fría pasión por Maine
y las playas de Cape Cod.

Y el meteoro
de John Brown, el ahorcado
a quien defendió.

Escuchad sus últimas
palabras: alce, indio,

¡plop! Una baya
sobre la superficie
del agua en Walden.

Lo enterraron en mayo;
se abrían las violetas

y Louise May Alcott
pensó en su corta vida
que florecía.

En su tumba siempre hay
cosas puestas al margen.