ONOMATOPEYA: FABRICANDO SONIDOS
La misma palabra "onomatopeya" es muy sonora y muy gráfica, pues resulta ser como transparente, y refleja adecuadamente lo que dice. Procede del griego "ónoma, -atos" 'nombre' (1) seguido de la raíz verbal "poiéo" 'hacer, fabricar'. Ya aparece en Aristóteles (s. IV aC) el compuesto "onomato-poiéo" 'hacer palabras' -con valor verbal-, que también usó Sexto Empírico (s. II dC), con el significado de 'hacer o fabricar palabras'; de ese verbo compuesto surgió en griego el derivado nominal "onomatopoiía" 'producción o fabricación de palabras', de donde el latín "onomatopoeia", y de ahí el vocablo español "onomatopeya".En principio se trata de significar, mediante dicho término, la formación de palabras para así dar cuenta de ciertos sonidos típicos (por ejemplo, el grito de los bichos y animales en general); aunque también la onomatopeya puede referirse, por extensión, a fenómenos visuales, acciones o movimientos -como un "tic" nervioso, que bien puede ser silencioso, o el "zig-zag" de una lanzadera en la trama de un telar-, o bien incluso a sensaciones anímicas, -como placidez, suavidad, sobresalto, alerta, etc.-. Hay, pues, varios tipos de onomatopeya, además de la sónica o sonora.
Es bien sabido que muchos animales emiten sus gritos característicos; y las distintas lenguas humanas los interpretan, cada una a su manera. Así por ejemplo, nuestras vacas dicen "muu muu", y las japonesas "moo moo" (2). En este tipo de onomatopeya son frecuentes las repeticiones de segmentos léxicos, como se hace patente en el ejemplo recién dado.
El concepto de onomatopeya sónica (y tomo este último adjetivo prestado de la ciencia física), o bien léxica como reflejo de sonidos, se dice en japonés "gi-on", es decir, "imitación de sonidos" (3).
Más refinado es el tema de fabricar sonidos en la cadena del lenguaje mediante aliteraciones (vocálicas, consonánticas, o -más frecuentemente- mixtas), capaces de reflejar la escena misma que se está describiendo mediante cierta orquestación del lenguaje. Estas formaciones siguen siendo onomatopeyas sónicas o imitativas, pero no operan eligiendo elementos especialmente expresivos de diccionario, sino con la construcción sintáctica de las palabras (las cuales, aisladas, tal vez no serían onomatopéyicas). Se trata ahora de una onomatopeya de construcción, donde tiene mucho lugar creativo la poesía.
A este efecto, invito a mis lectores a considerar el siguiente haiku de Buson (4):
osoki hi ya / kodama kikoyuru / kyoo no sumi
El lento día; / con ecos que se escuchan / por esquinas de Kyoto. ...................Traducc. mía
La métrica de este haiku en su texto original es impecable (5/7/5 sílabas). El kigo "osoki hi" (7) nos remite a la primavera, en consonancia con otros kigos de dicha estación (5-9, con la excepción de "tanjitsu" en 5, que es de invierno, y lo he citado por su oposición léxico-semántica respecto a "chijitsu"). Como referencias del kigo, he consultado el "saijiki" o calendario de haiku de Yamamoto Kenkichi, titulado "Kihon kigo gohyaku sen" 'Quinientos kigo básicos '(Koodansha,1994) y asimismo "Kigo. La palabra de estación en el haiku japonés", por Ota Seiko y Elena Gallego (Hiperión, 2013).
Como arcaísmos notables -desde el punto de vista del japonés actual-, este haiku de Buson presenta: "osoki" por "osoi", "kikoyuru" por "kikoeru", y "kyoo" por "Kyooto".
Consideremos sobre el texto de este haiku el efecto aliterativo del sonido "k", esa consonante -aquí, en posición explosiva y no implosiva-, que aparece en tal texto, verso por verso (la destacamos a continuación mediante la letra K mayúscula).
osoKi hi ya / Kodama KiKoyuru / Kyoo no sumi
Pues bien, tratándose de un tema de "ecos" que reverberan por las esquinas -como es el caso-, resulta muy expresiva la referida aliteración, y su efecto de cuchicheo transmitido mediante el lenguaje.
Yo lo traduje como sigue en mi tesis doctoral:
El lento día; / ecos que se escuchan / por las esquinas de Kyoto.
Antonio Cabezas en su obra "Jaikus inmortales" lo traduce así:
Días pausados. / En un rincón de Kyoto / se escuchan ecos.
Recientemente, yo mismo he intentado otra traducción española, tratando de resaltar la aliteración en "k", y un mejor ritmo (5/7/7). Es la que he dado más arriba, tras mostrar el haiku original.
Nuestras normas ortográficas, que hacen poco uso de la consonante "k" en favor de sonidos homófonos -como la letra "c" ante "a, o, u", y "qu" ante "e, i"- disfrazan un tanto esta aliteración en la escritura, pero realmente en todos estos casos se trata del fonema español -y del sonido correspondiente- "k", aquí en contexto fónico explosivo. Sustituyamos en mi más reciente versión esas manifestaciones homófonas, escribiéndolas como K:
El lento día / Kon eKos Ke se esKuchan / por esKinas de Kyoto.
Parece que así se hace más patente la aliteración en "k". Tenemos cuatro veces K en el segundo verso, y dos en el tercero y último. Esquemáticamente, 0 / 4 / 2. En realidad, seis veces K en menos de una línea normal de escritura. Buson había colocado cinco, aunque él hizo otra distribución, más simétrica, por cierto: 1 / 3 / 1.
Kyoto había sido, en el medievo japonés, la capital del país. En contraste con Tokyo, Kyoto es todavía hoy una ciudad relativamente pausada, donde abundan los espacios abiertos y naturales. ¿Qué ecos creyó oír allí Buson en pleno siglo XVIII?
Tel vez le resonarían los edictos de un viejo emperador, que aún parecen vibrar en el aire; o ciertas habladurías de la corte, o proclamas bélicas, o secretos de alcoba, o reclamos de meretrices y efebos... Tal vez le estremecerían retazos de algún "tanka", y quién sabe si algún "haikai" suelto que aún revuele con el soplo del aura... O acaso creería oír relatar situaciones análogas a aquellas antiguas, reproducidas por los mismos contemporáneos de Buson. ¿Y por qué no ha de llegar algo o mucho de todo eso a los actuales visitantes de Kyoto en el siglo XXI, sean japoneses o no?
Ecos que se escuchan..., para seguir cautivando nuestro espíritu con el deletreo de sus sutiles sílabas.
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala
Universidad de Sevilla
Universidad de Sevilla