Es un fenómeno de dimensiones internacionales, y España e Hispanoamérica ocupan ahí un lugar destacado.
No voy ahora a detenerme en la historia contemporánea de ese tránsito, realizado desde la literatura japonesa a la española -a partir de principios del siglo XX-, tema del que me ocupé sumariamente en mi tesis "El haiku japonés".
Sin embargo, sí pretendo contemplar los albores de nuestra literatura patria, para tratar de detectar ahí rasgos que encontramos en el haiku; como la pauta métrica de 5/7/5 sílabas, el pie quebrado, la ocasional rima, etc. Tales puntos de afinidad se pueden rastrear desde nuestras más antiguas muestras poéticas, como son las jarchas, canciones populares o cultas, sentencias en verso, seguidillas... Representan estos, indudablemente, otros tantos elementos que pueden cooperar -y así lo hacen en realidad- a establecer una hermandad literaria con el haiku. Por tanto, el advenimiento del haiku, más que representar la llegada a casa de un visitante extranjero, puede considerarse como un abrazo de encuentro con un hermano circunstancialmente alejado.
De ahí, el deslinde de conceptos que me planteo: ¿injerto, o trasplante?
Un injerto, como fenómeno botánico, consiste en insertar (verbo este de la misma raíz que "injerto": del latín INSERTUS, participio pasivo de INSERERE 'meter, introducir') una vareta de cierta planta en otra afín a ella; como por ejemplo, de un rosal de flores rojas a uno de flores blancas, procurando -mediante cortes y uniones ajustadas- conectar el flujo de las respectivas savias. Así podemos conseguir rosas rojas o rosadas brotando de un rosal de flores blancas. Si llevamos este fenómeno al terreno literario, cualquier influencia probada de un autor, género o tipo de literatura, en otro, puede calificarse de injerto. La planta principal sigue siendo la misma, pero en ella es detectable el influjo -nunca mejor dicho- de la otra planta.
En este sentido, es innegable que el haiku ha venido a aportar valores a nuestras letras, o a fortalecerlos, como: la concisión expresiva, la atención al detalle, la valoración del instante, el contacto con la naturaleza, la importancia del ritmo sobre la rima en poesía, la misma accesibilidad al fenómeno poético mediante un lenguaje cotidiano, etc.
Un trasplante es un proceso mucho más vital, pues se trata de un traslado de la planta entera a otro hábitat, posiblemente con distintas condiciones de tierra y clima. No en vano se habla en medicina de "trasplante de corazón" y no de injerto, pues se trata de un órgano vital que va a pervivir en otro organismo, vivificándolo a su vez. Así pues: ¿cómo funciona el haiku al ser trasplantado de Japón a nuestras letras? Ahí está el problema, que no es pequeño.
Mi intuición me dice que nuestro terreno patrio estaba y está suficientemente preparado para acoger el haiku. Y pretendo confirmarlo ateniéndome al siguiente programa:
1. Jarchas y seguidillas
2. Métrica y ritmo. Uso del pie quebrado.
3. Concepto becqueriano (de Gustavo Adolfo Bécquer) de poesía.
4. Siglo XX español, con especial atención a Federico García Lorca.
Hoy me dedico a esta especie de planteamiento introductorio hacia las mencionadas cuestiones. Para abrir boca, voy a presentar dos haikus de tema metalingüístico -es decir, que ambos tienen como motivo principal el fenómeno de la comunicación poética-. El primero es de Yosa Buson, y el segundo de Octavio Paz.
El haiku de Buson (1) dice así:
ichigyoo no / kari ya hayama ni / tsuki wo in-su
Línea de gansos
en vuelo; al pie del monte
la luna es sello. .................................... (Traducc. mía)
Ocas en línea.
La luna en la ladera
hace de sello. .................................... (Traducc. Antonio Cabezas)
Representamos gráficamente la escena descrita (2). "kari" son los gansos u ocas salvajes, que vuelan en línea, la cual es comparable a una línea -"ichigyoo" (3)- de escritura vertical, como puede ser la del haiku japonés, que suele escribirse en una sola línea de caracteres. Cada carácter sería un ave de esa sarta. La luna, rojiza y redonda, pone un sello en la ladera del monte contiguo a esa línea poética, así como el haijin imprime su sello personal al pie de su obra. Diríamos que aquí la naturaleza copia al arte, como en digno tributo de reciprocidad.
Buson, pues, que era poeta y pintor, asimila aquí el haiku a una pintura: "ut pictura poesis", reza nuestra tradición, en forma de adagio latino.
Por no omitir un par de notas, aquí las expreso. La primera: el haiku de Buson, siendo admirable, cuenta seis sílabas en el tercer verso, pues cuentan como silabas los segmentos fónicos que transcribo con mayúsculas, incluida la -n (nasal implosiva): t s U k I w O I N s U. La segunda nota es que la traducción de Antonio Cabezas me parece mejor que la mía.
El poema de Octavio Paz está tomado de su antología "Árbol adentro" (1987), y está escrito -a modo de "renga" o haikus encadenados- en homenaje a Bashoo. Su título "BASHO AN" quiere decir la ermita donde Bashoo vivía.
BASHO AN
El mundo cabe
en diecisiete sílabas:
tú en esta choza.
Troncos y paja:
por las rendijas entran
Budas e insectos.
Hecho de aire
entre pinos y rocas
brota el poema.
Entretejidas
vocales, consonantes:
casa del mundo.
Huesos de siglos,
penas ya peñas, montes:
aquí no pesan.
Esto que digo
son apenas tres líneas:
choza de sílabas.
Para Octavio Paz, el haiku es a la vez casa del mundo y choza de sílabas. Esa humilde vivienda se hace de elementos tan naturales como corrientes de agua y aire entre pinos y rocas. Todo en apenas tres líneas, a estilo haiku. Ciertamente magistral.
La Real Academia Española de la Lengua, en su última edición del Diccionario (DRAE, 2014), nos trae la grata nueva de incorporar las palabras "haiku" y "haikai" a nuestro acervo léxico.
Cito literalmente:
haikai: (Del inglés "haikai", y este del japonés "haikai") (Masculino) Métrica. Haiku
haiku: /También "haikú". Del ingl. "haiku" y este del japonés "haiku") (Masc.) Métr. Composición poética de origen japonés que consta de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente.
Es muy digna de celebrarse esta inserción de tales voces en nuestro diccionario oficial. La derivación indirecta que ahí se muestra en el paso de estas palabras -mediante el inglés- puede deberse a que los primeros trabajos occidentales sobre literatura japonesa se escribieron en inglés. Pero en realidad las dos palabras se pronuncian igual en japonés, que en inglés, y que en español -si aspiramos la "h-" como en "hándicap", "Hannover", etc-. Por lo demás, la definición académica se centra en la métrica del haiku, y nada informa sobre el contenido del mismo; además, el DRAE da "haikai" y "haiku" como sinónimos, ignorando el paso histórico del primero al segundo.
Aun así, es muy bienvenida la aparición de "haikai" y "haiku" en nuestro principal referente léxico, como es el DRAE. Esperamos que puedan ir entrando otras palabras afines, como "haibun", "haijin" y "haiga" (esta última aparece en el DRAE, pero con otro significado, 'coche lujoso' -un uso ya anticuado, por cierto-).
Ojalá nuestros manuales de Prosodia y Métrica se hagan eco de esta insinuación de la RAE y aporten también desde ahora la métrica del haiku. Recuerdo que hace pocos años yo propuse todo lo antedicho sobre el DRAE y los manuales de métrica en una conferencia dada en la Universidad de Salamanca. No es poco que se haya cumplido la primera parte de aquella propuesta mía -inclusión del término en el DRAE-. (Y conste que no he recurrido para ello a ninguna instancia especial, como sería escribir a algún académico -pues entre ellos hay varios antiguos compañeros míos, filólogos-). Añadiré algo más a lo ya dicho: lo conseguido es altamente esperanzador, para quienes amamos el haiku.